Sonetos de Luis de Góngora y Argote


SONETO LXXXII

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida[1],
amantes, no toquéis, si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas que, a la aurora,
diréis que aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno;
manzanas son de Tántalo[2], y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora;
y sólo del amor queda el veneno.
(1584)

 SONETO LXXXVI

De pura honestidad templo sagrado
cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;
pequeña puerta de coral preciado,
claras lumbreras de mirar seguro,
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles[3] usurpado;
soberbio techo, cuyas cimbrias[4] de oro,
al claro sol, en cuanto en torno gira,
ornan de luz, coronan de belleza;
ídolo bello, a quien humilde adoro:
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta y tus virtudes reza.
(1582)

 SONETO CIX

Prisión del nácar era articulado
(de mi firmeza un émulo luciente)
un dïamante, ingenïosamente
en oro también él aprisionado.
Clori, pues, que su dedo apremïado
de metal, aun precioso, no consiente,
gallarda un día, sobre impacïente,
lo redimió del vínculo dorado.
Mas, ay, que insidïoso latón breve
en los cristales de su bella mano
sacrílego divina sangre bebe:
púrpura ilustró menos indïano
marfil; invidïosa, sobre nieve
claveles deshojó la Aurora en vano.
(1620)

SONETO CLXVI

Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello;
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
(1582)



[1]Ida es la nodriza de Júpiter.  Góngora se refiere aquí al "néctar divino", la ambrosía.
[2]Por servir a su hijo como manjar en el banquete de los dioses, Tántalo fue castigado a permanecer en medio de un río cuyas aguas retrocedían cuando quería beber, y debajo de unos árboles frutales cuyas ramas se levantaban al intentar coger las frutas.
[3]especie de vidrio transparente
[4]armazón de madera para construir arcos y bóvedas

1 comentario: